Sabemos que nada es perfecto, nuestra forma de caminar, nuestra forma de tratar, nuestra forma de demostrar; nada es perfecto.
¿Cómo sería todo si un día cualquiera ambos decidieramos serlo? ¿Cómo sería tu mirada? ¿Cómo sería la mía?
Sabemos que nada es perfecto, nuestra forma de decir adiós, nuestra forma de hablar, nuestra forma de sentir; nada es perfecto.
¿Cómo lograrías lidiar con lo que no más está en tus deseos, en tus sueños? ¿Cómo escogerías terminar? ¿Llorarías?
Sabemos que nada es perfecto, nuestra forma de demostar sentimientos que algunas veces llegan tarde al receptor; sabemos que nada es perfecto, nuestra forma de caminar a distancias opuestas sin mirar en un solo momento hacia atrás. Sabemos que no somos perfectos.
Entonces, ¿por qué es tan difícil lidiar con el orgullo si aceptamos que no somos perfectos?

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