Me gusta el ver que hay ojos grises, como grises que hay café, pero como hay café, hay balance... balance imposible de escoger.


Pero aquí andamos en la vigilia de ésta noche morriña… Donde los recuerdos no son de la vida, sino de la muerte; que al final de cuentas más que irrealidad es lo que siempre ocupará como coetáneo cada tiempo vivido.
La reminiscencia está aquí, en el hoy y en la posteridad. Los ciclos, solo son ciclos; el suplicio solo es una fracción del tiempo, tiempo que por partes relegan a las remembranzas malaventuradas.
Somos individuos que no sabemos vivir sin pesadumbres, pero con propósitos que encuentran siempre regocijos, siendo así la excusa exacta para camelar la fatalidad de un hombre pernicioso que abate la lucha constante de algo auténtico.