¿Qué cabe en el tiempo que se ha transcurrido?

¿Memorias? ¿Soluciones? ¿Olvidos?
A veces no hay algo especial que me lleve a tomar el más remoto interés hacia lo que me has compartido, o me has dado. A veces, no tiene ningún sentido respirar mientras hablas o escribes; no tiene ningún sentido respirar mientras esperas o piensan. A veces, es mejor caer al río, lago o mar y dejarte ahogar por el tiempo.

¿Recuerdas cuando teníamos doce años? No quería conocer a nadie. No existía en primero de secundaria, no quería. Y aún así, el chico del salón de en frente le enviaba chocolates, diciéndole que lo quería sin conocerlo. Y aún así, quería formar parte de los que se iban y volvían, de los que respondían y callaban, de los que volaban y corrían.

Quería sentirme de dieciséis, tener cabello verde o azul o morado. Quería querer y amar, y a la vez, quería ser nada alrededor de quienes importaban.

¿Qué cabe en el tiempo que se ha transcurrido? Pregunto.