El tiene razón, no soy feliz. Y no quiero serlo. No quiero admitirlo. No quiero pensarlo. No quiero llorar.


¿Por qué los que me corresponden yo lo ignoro?


Pasa que yo no los quiero. No. No los quiero porque no lo siento, y no puedo. Intento y no puedo.


El tiene razón, hablo egocéntricamente no más de mí. Y lo soy. No quiero serlo. No quiero admitirlo. No quiero pensarlo. No quiero extrañarlo.


Pasa porque si dejo de hablar de mí misma, hablo de lo que siento, y lo que siento no debe existir, no debe nombrarse porque quedo estancada en un pasado que no pasara en un futuro. Pasa que si hablo de lo que siento es peligroso para quien lo oye, peligroso para quien lo expone. Un suicido emocional que no cambiara jamás; y no hablo de inmadurez, hablo de lo que no puedes dejar ir porque no hay nada idéntico a eso, ni nada parecido y lo sabes, bien sabes que no habrá.


El tiene razón, hay puertas hacia la felicidad pero yo las cierro. No las quiero abrir. No me interesan. No vale la pena convencerme. Soy yo, siempre seré yo, quien decida cuando, donde y el por qué de mi dicha y prosperidad. Soy yo, quien decidirá si dejar el objeto perdido, si volverlo a intentar en un futuro, si vale la pena y si yo lo valgo.


A veces pienso que el objeto, siempre será para siempre a pesar de haberlo perdido.







1 comentario:

Ohms dijo...

Un gran saludo Manis, no sabía que contabas con blog, estaremos visitando estos confines misteriosos de su ser, un gran abrazo y mucha Paz.