Mientras yo pienso que escribo a las 5:38 de la mañana, tu duermes a las 4:38 de la mañana.


Intenté recostarme una, dos, tres veces pero el calor en mi cama ha sido insoportable desde que cambié de país. Por ello, el tiempo libre por las noches/mañanas me llevan a navegar por más de un pensamiento inverosímil como llegar al punto donde la osadía ya no es osadía sino decisión.
Lo que me lleva a recordar en una de las historias de Haruki Murakami (After Dark) donde menciona:
  "Si de verdad quieres saber algo, debes estar dispuesto a pagar el precio."  
Como gente ordinaria, -pues sí, quiénes somos nosotros para decir que somos diferentes si siempre terminamos haciendo lo mismo-, conllevamos la vida con los errores ajenos y con los pocos propios que logramos aceptar, convirtiéndonos en una masacre de ordinalidad. No llegamos a entender (y lamento si generalizo), que cualquier acontecimiento que pase, sea malo o bueno, es algo que nos construye como ser humano pues con el paso de las acciones siempre vemos no más lo absurdamente bueno que es aceptar sin entender. Por ello, cada pensamiento que no fue pensado, cada palabra que no fue mencionada, cada miedo que no fue manifestado y cada lagrima que no fue llorada terminan siendo una acción en vano, un acontecimiento inexistente, una historia fantasma. 

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