una carta tardada


Se debe empezar por una explicación larga porque si fuera así de sencillo, solo lo escribiría en dos palabras y ya. No fueron esos días en los que íbamos por un raspado o una hamburguesa para comerla en el techo donde pasamos la mayoría del tiempo, no.
Tampoco fueron esos días con los que esperábamos hasta las doce de la noche a que regresaran nuestras respectivas madres para que te fueras.
Quién sabe qué fue, ni qué ocurrió, ni siquiera cuántas veces se repitió. Y uno no entrega a tiempo lo necesario para satisfacerle.
Veinticuatro horas más doce, llevo pensando qué más decir, qué más explicar, de qué quejarme, de qué recordar… Pero viene tremenda tormenta negra y apática que suele arruinar la florecita que va creciendo.
¿Por qué derramo lágrimas por ti?... no lo mereces, día a día lucho para no recordar dos palabras más, dos sensaciones más…
Empecé por romper esas fotos, borrarlas pensé que bastaba, pensé que sería suficiente; pero siguió todo. Me comí el chocolate ya amargo, tiré la caja, removí ese poster, rompí esa paleta, guarde esos collares, las cartas como ésta que jamás leerás… las borré y ahora son el resultado de esto, mi pequeña larga explicación para solo dos sencillas palabras.
Y ahora de lo poco que me queda de ti, debe ir desapareciendo con el tiempo… los discos, la película, el peluche, tu retrato, los recuerdos…. Tu olor.
Nos iremos todos; tú te irás, o ya lo hiciste. Yo, creo que desaparecí desde hace ya rato, y lamento no habértelo dicho antes, no habértelo insistido… que por más daño que me haga a mi misma me seguiré yendo sin poderte haber dicho: Te extraño.

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