"Hay rostros cuyo encanto nos penetra y nos domina bruscamente, invadiéndonos, conquistándonos de pronto. Imaginamos que aquel hombre o aquella mujer es el o la que debe hacernos felices, que sólo nacimos para quererle y adorarle. En aquel momento sentí esa extraña sensación, esa violenta sacudida que nos dice: el único, el deseado."
Y no es por deber o necesidad el hecho de hacernos felices; tampoco encaprichamiento mortal. Es la reacción del cuerpo, aquella emoción que despierta y destella chispas capaces de encender mil ciudades e iluminar cientos de atmósferas perdidas a millones de años luz. Son todos esos intentos fallidos de plasmar en palabras tus ojos color marrón y tus labios sabor a ilusión y pensar que la distancia no ha de ser tan larga si vos y yo nos ocultamos en el tiempo inexistente pues un día hemos de volver y disponer todos aquellos ósculos que fueron guardados para procurar todo el amor que se ha demorado.
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