Nuestro purgatorio nos lleva al hilo color carmesí.
Conozco lo imposible cuando lo veo, como esas lágrimas tardías o esa tarde similar a una tarde en el ocaso Europeo que no compartimos, que no compartiremos; porque lo que no existe, no debe existir.
Fenecemos cuando es demasiado tarde, pero resurgimos cuando encontramos. Volamos a direcciones totalmente opuestas, el humano sobreviviente es porque jamás se debilitó en su lucha. Y usted, usted se rindió en el periquete que más era necesario justipreciar, pero no se preocupe su fámula de tristezas también.
La condena pues, muestra que es factible llegar a apegarse a la esencia de la ausencia y encariñarse a la ternura de enamorarse como nunca antes.
Un día invisible, chocaremos y existirá la redención del pasado.
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